
La tercera persona
Era como si alguien decidiera por él, como si esa mañana una presencia superior hubiera fijado una cámara de cine en su persona y dirigiera no sólo sus acciones, sino también su pensamiento.
Era como si alguien decidiera por él, como si esa mañana una presencia superior hubiera fijado una cámara de cine en su persona y dirigiera no sólo sus acciones, sino también su pensamiento.
19 de septiembre, ¿sería posible que los habitantes de este país hubiésemos invocado inconscientemente este desastre? Sé que suena estúpido, pero la idea me sigue persiguiendo como un mal sueño. Una grieta psíquica.
El olvido es siempre un mecanismo de defensa. Yo, por el contrario, tengo muy presentes los recuerdos dolorosos de toda la vida, nunca intenté negarlos. Descubrí que las experiencias dolorosas otorgan un extraño poder.
La noche es la peor promesa para los borrachos, se abre siempre ante nosotros como la amante más dócil para traicionarnos irremediablemente al despertar. Puede ser de aquel lado Raphael y de este Nacho Vegas. No hay poesía ni comunión
La memoria es siempre una mentira contada en segunda persona. Solemos iniciar conversaciones con viejos amigos con un “te acuerdas cuándo…”, y entonces viene una avalancha de recuerdos, rememoramos aquello que nos definió y nos puso en ese extraño lugar que es el ahora.
El poder del narcotráfico no podría explicarse sin elementos culturales como la Santa Muerte, Jesús Malverde o los narcocorridos. Hace poco subí a un pesero y para mi sorpresa en vez de reguetton el conductor escuchaba a todo volumen un narcocorrido que no he conseguido identificar pero dice más o menos así: Soy pieza fundamental de este rompecabezas, prefiero cortar cabezas antes que dejarme decapitar.